Al proyecto Ombú llegan padres y madres con preocupaciones diferentes. Esa variabilidad sobre todo depende de las condiciones socioeconómicas en las que las familias se encuentran y los recursos y apoyos cercanos con los que cuenten para llevar a cabo una crianza lo más saludable posible.
Independientemente de los recursos socioeconómicos, frecuentemente el principal problema que nos trasladan los padres es el uso que hacen sus hijos e hijas de los dispositivos digitales. Según el Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE) 6 de cada 10 padres desconocen qué contenidos ven sus hijos por Internet.
De esta manera estos dispositivos se han convertido en un objeto que conectan a los menores a un mundo virtual totalmente anónimo. Es evidente que la hiperconexión produce un tipo de satisfacción que anula otras y que, además, suele funcionar para taponar la angustia. Generalmente cuando a los menores se les quita el dispositivo se aburren y no saben qué hacer. Al respecto quizás lo más valioso que podemos ofrecer es un vacío y a partir de ahí quizás comiencen a inventar, pensar y encontrar nuevas creaciones.
Como dice Jose Ramón Ubieto (2018) en su libro Niñ@s Híper. Infancias hiperactivadas, hiperconectadas e hipersexualizadas «Aburrirse no es un problema, es el principio de la solución.”