Imagínate dentro de unos años, has llegado a ese momento de tu vida 👵 👴. Has trabajado duro durante décadas, has criado a una familia y has sido fuerte y útil pero ahora estás en casa.
Los días pasan y cada vez te sientes más débil y menos útil. Tus familiares trabajan y apenas tienen tiempo para visitas, tus amistades cada vez son menos o ya no tienen la energía de antes y tú, te sientes sola, una soledad que no deseas.
La soledad no deseada entre las personas mayores es una realidad, un daño colateral de nuestra actual estructura social. Si, además, nos ubicamos en el medio rural, vemos menos acceso a servicios sociales y recursos que aquellos que viven en zonas urbanas. Esto significa que a menudo no tienen la oportunidad de interactuar con otras personas y participar en actividades sociales.
Cuando planteamos el proyecto de acompañamiento de domicilio para mitigar esa sensación de soledad mediante el voluntariado no imaginábamos el impacto que tendríamos en tan poco tiempo. Actualmente, tenemos a 14 personas voluntarias visitando a mayores en 9 de los 12 municipios de nuestra Mancomunidad.
Estas personas son seleccionadas por las trabajadoras sociales cuando detectan riesgo de aislamiento. Son personas mayores que viven solas o que pasan mucho tiempo solas, que no quieren o no necesitan acudir a una residencia, pero cuya salud emocional y física se daña ante la inactividad y la falta de relación.
Ha sido emocionante ver cómo los engranajes de la solidaridad se han movido para llegar a esos 9 municipios. El proyecto fomenta un encuentro intergeneracional que llega a suponer un aprendizaje mutuo. Nuestros mayores, al ser tenidos en cuenta, vuelven a sentirse conectados con su comunidad.